viernes, 6 de abril de 2018

¿Habrá una guerra comercial entre EE.UU. y China?: Consecuencias para América Latina



La escalada de amenazas y acciones en lo que algunos estiman es una guerra comercial entre EE.UU. y China continua. El lunes 2 de abril China impuso aranceles a bienes de EE.UU. valorizados en 3 mil millones de dólares en respuesta a aranceles al acero y aluminio chino (valorados en aproximadamente 3 mil millones de dólares) que EE.UU. hizo efectivo el 22 de marzo (aranceles que EE.UU. también impuso a otros países). El martes 3 EE.UU. anuncio otra lista de productos chinos a los que aplicaría aranceles por un monto de 50 mil millones de dólares, que entraría en efecto probablemente en dos meses. Y China respondió inmediatamente el miércoles 4 con una lista de productos de EE.UU. al que impondría aranceles, a importaciones de EE.UU. por un valor similar, 50 mil millones de dólares, y dijo que estas entraran en efecto apenas EE.UU. ponga en efecto los aranceles a los productos chinos. El jueves 5 Trump anuncio que estudiara poner aranceles a productos chinos por 100 mil millones de dólares. El viernes 6 China anuncio que contratacara con la mayor fuerza a estas posibles medidas.
La guerra comercial parece en marcha. Por lo menos ya se han efectuado los primeros disparos. ¿Por qué sucede todo esto?
Todo empezó desde que Trump asumió la Presidencia el año pasado, cuando anuncio que cumplirá su promesa de campaña de terminar el gran déficit comercial que EE.UU tiene con China (y otros países), que alcanzó los 375 millones de dólares el 2017. Trump acusa a China de que ese déficit se produce pues China pone trabas a los productos de EE.UU. que quieren ingresar a China, o hace dumping con sus productos en el mercado de EE.UU. (vende por debajo de lo que cuesto producirlo o de lo que vende en China), además de acusar a China y sus empresas de robar la propiedad intelectual y la tecnología de EE.UU. En agosto del año pasado pidió a la Oficina del Representante de Comercio que investigue eso, y las medidas tomadas por EE.UU. son el resultado de esas investigaciones.
Primero la imposición de aranceles al acero y aluminio chino (y de otros países) el 22 de marzo fue en aras de la protección de la industria nacional por cuestiones de seguridad nacional. La lista de productos chinos por un valor de 50 mil millones de dólares que tendrían aranceles anunciada el martes 3 es el resultado de la aplicación de sanciones a China por no respetar o robar la tecnología de las empresas de EE.UU. que según dice hace a través de medidas como obligar a las empresas extranjeras a transferir su tecnología al obligarlas que se asocien con empresas de ese país si quieren invertir en China, a través de acuerdos que fuerzan a transferir esas tecnologías, de no proteger suficientemente la propiedad intelectual extranjera (por la piratería) e incluso acusa a China de conducir y apoyar ataques cibernéticos para robar información de empresas de EE.UU. Otra medida tomada bajo la Sección 301 del Acta de Comercio de 1974 (aparte del alza de aranceles contra productos chinos y la queja ante la OMC) incluye restringir la inversión china en EE.UU. que tenga como objetivo obtener tecnología del país[1].
Como se dijo Trump fue elegido prometiendo poner a EE.UU. primero, proteger la industria nacional (y el empleo), especialmente elevando aranceles a los productos extranjeros (y chinos en particular). Para esto Trump se ha rodeado de funcionarios que comparten esa visión de China, como Peter Navarro, acérrimo crítico de China (a quien acusa también de manipular su moneda para que sea barata), que es Director del Consejo Nacional del Comercio de la Casa Blanca, de Robert Lighthizer, Representante de Comercio, que ha impuesto esas medidas a China amparado en la Sección 301 del Acta de Comercio de 1974, que permite al Presidente de EE.UU. (sin pedir autorización del Congreso) imponer medidas contra países que juzgue tienen prácticas de comercio desleales contra EE.UU. Lighthizer fue Asistente del Representante de Comercio de EE.UU. durante el gobierno de Reagan en los años 1980s cuando negocio acuerdos comerciales para abrir los mercados de Japón (y de otros países) al acero, automóviles y productos agrícolas de EE.UU. (lo mismo que quiere hacer con China).
Los aranceles a los 50 mil millones de productos chinos aun no entran en efecto, mientras se analiza esto y se someta a audiencias de las partes afectadas en EE.UU., proceso que como se dijo tomara probablemente dos meses. Esto deja margen para que los dos países negocien y eviten una guerra comercial que no beneficiaría a nadie. EE.UU. quiere que China le compre más productos, incluso el Secretario de Comercio de EE.UU. Wilbur Ross dijo en una entrevista a Bloomberg de que una simple solución es que China compre más LNG a EE.UU. dado que necesita abastecerse de ese producto[2].  China ya es el tercer mayor comprador de LNG de ese país, después de México y Corea del Sur.
La guerra comercial perjudicaría a todos, empezando por EE.UU. que depende de muchos productos importados de China, y que al poner aranceles elevaría el precio y perjudicaría a sus consumidores, así como a sus empresas que fabrican productos en China, como Apple, la empresa más rentable del país, que manda a producir por ejemplo los iPhone en China. Además, los aranceles no solo castigarían a China sino a muchos más, pues por ejemplo, para ensamblar un iPhone en China se emplean partes y componentes de muchos países o lugares, como de Japón, Taiwán, Corea, y del mismo EE.UU[3]. Por último, China podría imponer aranceles a otros productos de EE.UU, que importa en grandes cantidades, como aviones, trigo, o soja. Entonces hay un tiempo para las negociaciones hasta la imposición definitiva de aranceles.
Pero aparte del tema comercial hay muchas cosas en juego. EE.UU. necesita el apoyo de China para lidiar con Corea del Norte y se supone que en un mes y medio seria la reunión de Kim con Trump. Justamente China empezó a aplicar sanciones económicas efectivas a Corea del Norte a pedido de Trump, a cambio de evitar que Trump sancione a China por el gran déficit comercial que tiene con EE.UU. y abra más su mercado. Veremos en que termina todo esto.
Consecuencias para Latinoamérica:
Una guerra comercial perjudicara a todos, y a la región también: Primero una guerra comercial debilitara las economías de EE.UU. y China, y esto significa menor demanda para todo tipo de productos, de todos los países. EE.UU. es la mayor economía del mundo y China es la segunda. China es el mayor socio comercial de EE.UU. y viceversa. Para EE.UU. las exportaciones a China representan el 8% del total de sus exportaciones y las importaciones desde China representan el 21.4% del total. Para China las exportaciones a EE.UU. representan el 23% del total y sus importaciones desde EE.UU. representan el 7.3% del total[4].
Segundo China exporta básicamente manufacturas a EE.UU. y estas necesitan para su fabricación materias primas, que vienen en parte importante de Latinoamérica, entonces la región se afectaría (China importaría menos materias primas y el precio de estas caería). Tercero una guerra comercial no solo se limitaría al tema del comercio, sino que por ejemplo de agudizarse China contemplaría desprenderse de bonos del Tesoro de EE.UU. (tiene 1.1 billones de dólares invertido en esos bonos, un poco más de la tercera parte de sus reservas internacionales). De pasar esto subiría la tasa de interés y esto afectara a Latinoamérica pues los préstamos serán más caros. Cuarto, las acciones caerían en las Bolsas de Valores y también en la región así que esto afectara a todos.
¿Habrá algo del que se beneficiara Latinoamérica?: Se dice que si EE.UU. deja de comprarle a China esos productos serán suplidos por otros países. Como vimos China le vende a EE.UU. manufacturas, y la región produce pocas manufacturas, así que los beneficiados serían otros países de Asia por ejemplo que produce esas manufacturas (aunque algo podría beneficiarse México, que vende ya bastante manufacturas a EE.UU).  Si China deja de comprarle a EE.UU, ¿se beneficiaran los latinoamericanos? China le compra aviones, soya, trigo a EE.UU. y se podrían beneficiar países como Brasil y Argentina que venden trigo y soya. De hecho China desde el año pasado aumento sus compras de soya de Brasil y Argentina en comparación a los que compra de EE.UU. Pero una guerra comercial traería más perjuicios que beneficios a la región.       
      



  
          




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